sábado, 10 de abril de 2010

“Favor de pasar al auditorio Che Guevara”

Han pasado ya diez meses desde que Eduardo Valderrama (presunto narco-menudista según la PGJDF) fue asesinado en el estacionamiento de la Facultad de Filosofía y letras en Ciudad Universitaria. Este lamentable hecho, ocurrido el dos de junio de 2009, es una muestra más de la situación de violencia e ingobernabilidad que priva en todo el país. Vergonzosamente, algunas autoridades aprovecharon astuta y perversamente la situación para impulsar y legitimar una serie de acciones y modificaciones en la administración de los espacios públicos en torno a la facultad. La adopción de este tipo de políticas restrictivas -pensamos- lesionan gravemente la dignidad y derechos de estudiantes y comunidad universitaria en general, por eso, en aquel momento como ahora, es muy importante discutir y denunciar lo burocrático y autoritario de estas políticas que, parece, llegaron para quedarse.
1. A lo largo de junio y Julio de 2009, y a través de tres dependencias en conjunto: Dirección de la Facultad de Filosofía y Letras; Dirección de la Biblioteca Central y Patronato Universitario; la autoridad universitaria pone en marcha las siguientes acciones: Desde el cuatro de junio de 2009, y hasta la fecha, se ha implementado un operativo, que, con un número constante de quince a veinte efectivos de “auxilio unam”, desaloja y restringe el acceso a todo vendedor “no autorizado” (artesanos, libreros, taqueros, estudiantes, piratas, etc.) de los alrededores de la Facultad de Filosofía y Letras y Biblioteca Central; fueron más de cincuenta los vendedores desalojados.

2. Durante el periodo intersemestral, 2009-1/2009-2 se vaciaron toneladas de concreto y piedras sobre los jardines de la Biblioteca Central, con el objetivo de “inhabilitarlo” como punto de reunión para estudiantes y presuntos vendedores. Esta insólita decisión constituyó además un grave atentado contra el patrimonio cultural de la universidad y de la humanidad.


3. También se colocaron más de un centenar de enormes macetones a todo lo largo de los corredores de acceso a la Facultad de Filosofía y Biblioteca Central; esto evidentemente para persuadir a los vendedores desalojados de volverse a colocar.

4. En el mismo periodo intersemestral se construyeron también ocho locales comerciales frente a la facultad de filosofía con el objetivo “dicen” de “reordenar” la oferta de servicios comerciales en torno a la facultad. Actualmente se encuentran en obra un corredor comercial más, en las ahora ex-áreas verdes ubicadas entre el centro de enseñanza para extranjeros y la entrada a la facultad de psicología.

5. Finalmente, el acceso al estacionamiento de la FF y L ha quedado restringido para estudiantes y público en general. Actualmente sólo profesores y administrativos tienen libre acceso.

En fin, esos son los hechos; después de más de diez meses confirmamos y seguimos pensando que estas decisiones lejos de plantear verdaderas y políticas soluciones a las garantías de seguridad y una justa oferta de servicios para la comunidad, más bien constituyen torpes y autoritarias decisiones de burócrata (al mas puro estilo del gobierno local y federal) que son la causa primera y principal de que esos mismos derechos sean escamoteados, privatizados y restringidos! Me pregunto si en verdad una posible solución a los problemas de seguridad y consumo de drogas y alcohol dentro del campus universitario, así como el tema de la regulación del comercio “informal”, tiene en verdad algo que ver con la restricción de derechos a la comunidad estudiantil y con el arrendamiento de espacios públicos.
¿Acaso en verdad, el dañar, cerrar, restringir y rentar los espacios públicos en torno a la facultad nos acerca a una mejor convivencia y garantía de derechos como universitarios y particularmente como estudiantes?
A inicios del semestre 2009-2, comenzando agosto, un buen número de estudiantes, principalmente de filosofía y letras (aunque también hubo participación de estudiantes de otras facultades como Derecho y Arquitectura) deciden hacer uso del siempre legitimo y efectivo recurso de la asamblea estudiantil, para manifestar desacuerdos y dudas sobre las decisiones de la autoridad universitaria tomó en este asunto, y por supuesto también para plantear soluciones a aquellos supuestos problemas de seguridad y comercio informal en torno a la facultad A lo largo de todo el mes de Agosto se celebraron asambleas estudiantiles en las que se pudieron recoger dudas, reclamos y sobre todo propuestas para todos estos temas; la mayoría se manifestaba en desacuerdo con aquellas medidas tomadas por la autoridad y se buscaba la mejor estrategia para revertirlas; a fin de mes se tenía ya una serie de exigencias y demandas muy concretas dirigidas a la autoridad universitaria.
A grandes rasgos aquella incipiente asamblea estudiantil exigía a las autoridades universitarias los siguientes puntos:
1. Restitución inmediata e íntegra de los jardines de la biblioteca central.
2. Remoción de los macetones colocados a lo largo de los corredores de FF y L y BC.
3. Libre acceso para estudiantes al estacionamiento de la facultad de filosofía.
4. Rendición de cuentas sobre la construcción y concesión de locales comerciales fuera de la facultad, así como de la cafetería al interno.
5. No al desalojo y criminalización de vendedores y estudiantes.
6. Se decide de manera autónoma promover acciones de convivencia en estos espacios para evitar su estigmatización como espacios de crimen e ingobernabilidad; incluso se realizó una semana de actividades (25 a 28 de Agosto 2009) culturales para dignificar estos espacios, así como un campamento a las afueras de la BC.

A finales de agosto y como reacción a esta movilización, la autoridad universitaria decide dar cauce al primer punto en las demandas de la asamblea, es decir, sólo se acepta restituir los jardines de la Biblioteca Central. De este modo una comisión de la asamblea estudiantil acude a la invitación de Jaime Vásquez (en aquel entonces secretario de servicios a la comunidad) y en un par de encuentros se obtiene el compromiso, por escrito, de que los jardines de la Biblioteca Central serían rehabilitados tal como era su proyecto original. Sin embargo, en estas mismas reuniones el secretario Vásquez señaló que el resto de demandas no eran de competencia suya y que tocaba a la dirección de Filosofía y Letras su posible solución. AsÍ pues, el resto de las demandas fueron dirigidas por escrito según acuerdo de asamblea a la directora de la facultad: Gloria Villegas; quien recibió las demandas y se comprometió, por escrito, a convocar a un diálogo abierto con el resto de la comunidad para explorar una posible solución.
Pues bien, evidentemente que ese supuesto diálogo nunca se realizó y las exigencias de aquella asamblea fueron ignoradas, pues a la fecha siguen las imposiciones sobre aquellos espacios. Ah, pero esos si, como premio y reconocimiento a la asamblea estudiantil por su noble labor como defensores del patrimonio y espacios públicos de la universidad, la directora Villegas junto con un grupo de estudiantes y profesores afines a su interés, “amablemente” decidieron “contribuir” con la asamblea y se tomaron la molestia de convocar a una nueva y más amplia “asamblea estudiantil” (Septiembre 24) para discutir la inclusión de un nuevo punto: la situación del auditorio “Justo Sierra / Che Guevara”. Así sucedió nuevamente que, ante una legitima movilización de una asamblea estudiantil y su intento por frenar el daño, restricción y privatización de los espacios públicos en torno a la facultad, la directora Villegas y su gente respondieron que el asunto no era de su competencia y que: “Si en verdad había un interés de la asamblea estudiantil por defender los espacios públicos, entonces habría que incluir al auditorio “Justo Sierra / Che Guevara” dentro de las demandas de la asamblea”; o dicho de otro modo, la directora Villegas respondió a los estudiantes:
“Cualquier queja, duda o demanda sobre los espacios públicos de la facultad, favor de pasar al auditorio Che Guevara”1.
Pues bien, a pesar de de lo infantil de esta maniobra, eso no la hizo menos efectiva, pues aunque un núcleo de estudiantes venía sustentando y trabajando sensatamente la defensa de los espacios públicos en torno a la facultad, pronto la ambigüedad provocada por la convocatoria de la dirección polarizó las posturas entre estudiantes y activistas y pronto la asamblea se desgastó y finalmente murió en vagos acuerdos y raquíticas comisiones. En Octubre las asambleas estudiantiles por colegio, dentro de la facultad, se esforzaban aún por lograr una propuesta que permitiera lograr acuerdos sobre la manera en que habría de integrarse el trabajo que venían realizándose dentro del auditorio con el trabajo que habría de impulsarse desde la comunidad estudiantil de la facultad. Sin embargo, las posturas más duras dentro del auditorio, el temor de organizaciones y colectivos (cubos) de perder “sus espacios”, así como la falta de experiencia política de la mayoría estudiantil, además de una nueva agenda política de coyuntura (solidaridad con el SME) pronto desplazaron el interés de de la comunidad organizada, y ya para noviembre fue prácticamente imposible mantener aquella legítima agenda de demandas sobre el respeto los espacios públicos en la facultad. Hubo quienes sostenían que “el auditorio no es sólo de los estudiantes sino que ahora también pertenece al “movimiento social”; otros exigían “desalojo a los porros que ocupan el auditorio”; los estudiantes en general buscaban comisiones tri o bipartitas para la administración del mismo. En fin, para no hacer el cuento largo, la dirección claramente puso en acción la dinámica “cegeachera” de enfrentar posturas “ultras” contra posturas “moderados” y con esto determinó de tal forma el rumbo de las discusiones que fue cosa de tiempo para sepultar definitivamente aquella asamblea estudiantil.
Finalmente, aunque siempre fue muy claro el hecho que la autoridad se equivoca en sus política sobre los espacios públicos; aunque siempre fue clara su intención de manipular y desgastar las dinámicas de asamblea; aunque siempre ha sido claro que estudiantes, organizaciones políticas, y colectivos dentro de la facultad son el objetivo directo de estas políticas policíacas, aun así la autoridad se salió nuevamente con la suya.
El gobierno de y en la universidad sabe muy bien explotar el hecho de que la izquierda organizada y el pensamiento crítico dentro de la facultad (y dentro de la universidad en general) viven hoy un estado de temor e inmovilidad más acorde con un escenario de persecución fascista o guerra sucia2 que con un efectivo ánimo de organización revolucionaria. A lo largo de diez años, la contrainsurgencia en la universidad a llegado a copar espacios y determinar dinámicas de organización de manera tan efectiva que es prácticamente imposible, transitar acuerdos de un “polo” a otro dentro de la izquierda organizada. Hoy día, o se es de una corriente supuestamente radical, anarquista y revolucionaria que simpatiza con el movimiento social y la guerrilla, o se es parte de una también supuesta izquierda teórico-reformista y moderada más vinculada a la organización de corte marxista o socialdemócrata (en el peor de los casos) como PRD/ PT. Lo que podría pensarse como una saludable “pluralidad de izquierdas” es más bien una trémula dispersión y atomización de izquierdas. Hoy día se gasta más energía y ceso en definirse teórica o ideológicamente dentro de la izquierda que en tomar acciones y organización dentro de la izquierda misma. Cierto y valiosísimo es el hecho de que dentro de la universidad, en sus espacios de organización política, se forman y foguean estudiantes y activistas en general, llevándolos necesariamente tomar posturas, a definirse, pero eso no tendría porque colocarnos en una situación de inoperancia tan despreciable que ni siquiera se pueda evitar que se atente contra el más elemental derecho de convivencia y acceso servicios indispensables dentro de la universidad.
Hoy, la implacable realidad, nos dice que la comunidad estudiantil de FF y L tiene que ajustarse no sólo a la correlación de fuerzas políticas dentro y fuera de la universidad, sino también a las nuevas restricciones de espacio, a los nuevos usos de suelo y a la mala o nula oferta de servicios indispensable para la comunidad. Hoy día, un estudiante o activista de la Facultad de Filosofía y Letras que quiere acceder a espacios para la organización política, académica, y lúdica tiene que enfrentar la disyuntiva de sectarizarse en grado máximo o caracterizarse en bajo perfil para evitar la agresión, censura y aniquilamiento político. Ya ni que decir de la carencia y restricción de servicios básicos indispensables dentro de la universidad, como una comida económica y saludable, servicios sanitarios, libre acceso a espacios públicos como estacionamientos, aulas y auditorios; malos servicios de biblioteca y fotocopiado. En fin, ni estudiantes, ni trabajadores, ni profesores, ni “okupas”, ni colectivos ni organizaciones políticas dentro de la facultad tienen hoy día la capacidad de frenar estas reales y muy tangibles políticas restrictivas, privatizadoras y criminalizantes!

A defender la universidad pública y Gratuita!!!


Por: Tlacaelel Toledo

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