miércoles, 16 de febrero de 2011

QUÉ FACULTAD VIVIMOS Y QUÉ FACULTAD QUEREMOS CONSTRUIR

Durante los últimos meses se han realizado en nuestra comunidad una serie de discusiones en torno a ciertas problemáticas de nuestra facultad y las perspectivas que tiene de desarrollarse como institución educativa. Es un ejercicio democrático formidable propiciar un ambiente donde la situación y el rumbo de nuestra casa de estudios ya no sólo se discute por el círculo minoritario de directivos que, sin embargo, siguen dirigiendo y decidiendo sobre ellos al margen de la opinión de profesores, trabajadores y estudiantes. Sin embargo es importante resaltar que tal espacio de diálogo se abrió sólo gracias a la organización estudiantil, por lo que se hizo evidente que sin unidad y discusión colectiva es imposible construir una facultad más justa y democrática, donde no se excluya a nadie y se combata realmente la deserción.
En Mayo se entregó una carta con más de 1 500 firmas de estudiantes que preocupados por las condiciones alimenticias de nuestra facultad, propusieron modificar el funcionamiento actual de la cafetería, reduciendo el costo de la comida hasta 15 pesos, para no privar de ese derecho a más de la mitad de los estudiantes; de hecho, según la Encuesta Nacional de la Juventud de 2005, aproximadamente 42% de los jóvenes deja sus estudios por escasez económica, y en nuestra facultad más del 60% de los estudiantes no cuenta con recursos suficientes para comer al menos una vez al día en la cafetería, lo que repercute determinantemente en su desempeño académico y sus posibilidades de concluir la carrera. Por eso la alimentación que es un derecho básico de todo ser humano, debe considerarse como condición mínima de estudio y, por lo tanto, no ser negada a ningún estudiante.
La carta fue presentada al pleno del Consejo Técnico el 20 de mayo de 2010, desde entonces se han señalado una serie de problemas que afectan cotidianamente las labores académicas, ya que esta primera carta tuvo el acierto de cuestionar públicamente el funcionamiento de la facultad, evidenciando, además de los altos costos de la alimentación, el mal funcionamiento de la biblioteca, del servicio de fotocopiado, así como los cobros que se realizan en el área de Educación Continua.
A partir de esta coyuntura se realizó una consulta abierta y democrática, a través de la cual se fundamentó el pliego petitorio que consta de cinco demandas que son: 1) subsidio al comedor, 2) subsidio y mejora al servicio de fotocopiado, 3) Retiro inmediato de toda cámara de “seguridad” que haya en las instalaciones de la facultad, 4) Cancelación de cobros en Educación Continua, 5) Actualización del acervo de la biblioteca “Samuel Ramos” y liberación de plazas laborales suficientes para su administración. Esta postura se expresó en una consulta donde 2 037 miembros de la comunidad, principalmente estudiantes, se pronunciaron en su mayoría por la implementación de estas medidas, con el propósito de contrarrestar los altos índices de deserción, empobrecimiento y marginación que experimentamos los jóvenes. Mejorar las condiciones de estudio es responsabilidad de todos, en la universidad que queremos no se sacrifica el futuro del país por un negocio rentable.

Se ha puesto en cuestionamiento la existencia de cobros en el área de Educación Continua, lo que constituye una verdadera violación al principio de gratuidad de nuestra universidad. También en el caso de la biblioteca se ha cuestionado la falta de ejemplares suficientes de textos básicos, el rezago en la actualización y administración del acervo, así como la falta de personal en las instalaciones de la biblioteca, situaciones que son resultado de una política universitaria que disminuye la inversión en servicios bibliotecarios; impidiendo la renovación de plazas, ocasionando condiciones laborales adversas e insuperables que dividen y generan un clima de tensión entre la comunidad.

La colocación de un sistema de “seguridad” el verano anterior, constituido por cámaras ocultas en la facultad, también fue centro de debate durante el último semestre. En primer lugar porque la comunidad de esta facultad nunca quiso tomar esta medida, de hecho la decisión ni siquiera fue aprobada por el Consejo Técnico. En segundo lugar porque hubiera sido mejor utilizar ese dinero para comprar libros o subsidiar servicios tan necesarios como el de fotocopiado.
Por otra parte habría que preguntarse si este sistema de seguridad puede realmente remediar el problema, o si pretende ser un instrumento para el espionaje, pues a pesar de la presencia de las cámaras durante el año anterior se registraron actos delictivos en las instalaciones de Ciudad Universitaria. Si no queremos imitar las políticas de seguridad federales, deben partir de un ejercicio democrático y profundamente crítico, lo que se contrapone a la imposición de este sistema donde prevalece el autoritarismo que no pretende solucionar el conflicto sino mantener un control panóptico.
A pesar de que la Dirección conoce la existencia de las problemáticas argumentadas anteriormente, las respuestas implementadas no logran mejorar la situación de fondo. Los costos de la cafetería y el servicio de fotocopiado siguen empobreciendo a nuestra comunidad; las cámaras siguen generando un clima de hostilidad debido a que las autoridades no han impulsado un ejercicio verdaderamente crítico sobre su eficacia; la biblioteca sigue arrastrando severos problemas en su funcionamiento y en Educación Continua se sigue cobrando por una serie de cursos que contravienen el espíritu de gratuidad de nuestra institución. Y es que en el fondo la facultad sigue teniendo una política elitista donde no se toman en cuenta las condiciones económicas de la mayoría y, autoritaria pues no se promueven soluciones mediante la participación de la comunidad en su conjunto.

La directora de la Facultad de Filosofía y Letras debería ser una persona atenta y sensible a las necesidades de la comunidad, así como a las opiniones expresadas, sensibilidad que la Dra. Gloria Villegas no ha mostrado, tratando de justificarse con un discurso evasivo, que rehúye dar la cara y rendir cuentas de sus acciones. Las autoridades del plantel han optado por mantener una simulación, ante lo cual los estudiantes nos hemos visto en la necesidad de manifestarnos frente a la dirección exigiendo diálogo público y ha sido gracias a esto que la dirección aceptó participar en el primer encuentro público después de varios meses de exigencia y de promesas engañosas y burdas parodias. Sin embargo la actitud que la directora asumió en el diálogo dejó mucho que desear pues de nueva cuenta, quiso justificarse rompiendo el diálogo y manteniendo una postura demagógica de preocupación, sin promover alguna solución concreta. Demostró su falta de argumentos para llevar acabo sus medidas y actuó como defensora de quienes lucran con las necesidades de la comunidad.
Ahora bien, los problemas que enfrentamos, son problemas que enfrenta la mayor parte de los estudiantes y la juventud a nivel nacional, como ha reconocido el propio rector José Narro; pero también a nivel internacional los jóvenes en general enfrentamos condiciones que limitan nuestro desarrollo académico y social. Así lo demostraron las multitudinarias protestas estudiantiles impulsadas en Inglaterra durante noviembre y diciembre en contra de la triplicación del costo de la educación, así como en Italia en contra de los recortes presupuestales a la educación.
La lucha por transformar las condiciones de estudio de la facultad no es una lucha aislada pues en las facultades de Psicología, Ciencias Políticas y Arquitectura también se han sostenido demandas similares. La situación exige replantearnos, mediante la discusión colectiva, posibles soluciones para los distintos problemas que enfrenta nuestra institución.
Sabemos que las demandas implican un conjunto de medidas completamente viables, lo sabemos porque en otras universidades existe este tipo de funcionamiento, es el caso de la UAM, donde el comedor es subsidiado y la comida cuesta únicamente 10 pesos. La propuesta del comedor y el servicio de fotocopiado subsidiados conlleva la intensión de convertirlos en derechos y a la facultad en un espacio educativo justo y democrático donde las necesidades y los servicios básicos como la alimentación y las fotocopias no sean fuente de lucro ni de exclusión.
La Facultad de Filosofía ha dado un ejemplo de democracia mediante la unificación e iniciativa de la comunidad, primordialmente de los estudiantes. Debemos ser concientes de que aunque las demandas no han sido resueltas, gracias a la organización hemos obtenido algunos beneficios relativos como la apertura del jardín para el consumo de alimentos, la colocación de microondas en esta área y la activación de cursos gratuitos en Educación Continua, Por esto debemos seguir organizándonos y movilizándonos.
Los estudiantes de la facultad debemos impulsar un amplio debate en torno a su funcionamiento, encargándonos de construir una facultad promotora de la educación pública, gratuita y socialmente comprometida con las necesidades de la población, y donde los estudiantes seamos tomados en cuenta para decidir el rumbo de nuestra institución.
Con el ánimo de fortalecer esta perspectiva, los estudiantes organizados impulsaremos una serie de foros públicos para debatir sobre los problemas planteados en el pliego petitorio con la intención de construir un dialogo público e incluyente entre profesores, estudiantes y trabajadores.

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